LEY DE ARRENDAMIENTOS URBANOS: LA REVISIÓN DE LOS ALQUILERES AMENAZA AL PEQUEÑO COMERCIO EN ESPAÑA

MADRID (Reuters) - La España de los bares y las pequeñas tiendas de barrio que a duras penas resisten la presión de las grandes cadenas está a punto de sufrir un duro varapalo con el final de los alquileres de renta antigua en las grandes ciudades.
Muchos pequeños comerciantes podrían verse obligados a cerrar el año que viene cuando finaliza el añejo régimen de alquileres de renta antigua que se ha aplicado durante los últimos 30 años en algunos inmuebles.
El fin de la Ley de Arrendamientos Urbanos, conocida popularmente como "Ley Boyer", puede reducir sustancialmente la presencia de un sector que ha ayudado a la difícil recuperación económica y aliviado las altas tasas de paro a pesar de la supremacía de las grandes superficies.
Aunque la legislación - que ha protegido a los comercios con contratos anteriores a 1985 del notable aumento de los alquileres desde entonces - es considerada por todos como un anacronismo, ha ayudado decisivamente a mantener muchos de estos negocios durante los pasados cinco años de recesión.
Si las condiciones de los alquileres cambian radicalmente cuando expire la ley el próximo uno de enero, los sindicatos de autónomos estiman que alrededor de 100.000 tiendas, bares y restaurantes - entre el cinco y el diez por ciento del total nacional - estarán en riesgo de cierre.
Pilar Pina, que ha dirigido un negocio de óptica en Madrid durante las pasadas cuatro décadas, ya ha decidido que va a cerrar.
"Me voy, me rindo", dijo para explicar que ha sido incapaz de renegociar una subida de menos de 2.000 euros desde los 1.400 euros mensuales que paga actualmente al mes.
"Estaba dispuesta a pagar varios cientos de euros más, pero mi casera estaba pidiendo algo utópico", explica Pina, de 69 años.
La desaparición de los comercios independientes coincide con la pujanza de las cadenas de descuento en el conjunto de una Europa golpeada por la recesión.
Pero en España, donde un desempleo superior al 20 por ciento sigue siendo el principal lastre del crecimiento, las empresas con diez o menos personas empleadas todavía representan el 40 por ciento de la fuerza laboral del sector privado y durante décadas han sido un elemento sustancial de la economía.
Los grandes comercios solo pueden compensar en parte la previsible perdida de empleo. El grupo de supermercados de descuento Dia contrató el año pasado más de 3.500 personas en España y Portugal mientras que el gigante nacional de la moda, Inditex, también aumentó su fuerza laboral.
Algunos de esos pequeños comercios son negocios de referencia, incluso centenarios, y son parte de la foto de algunas de las zonas céntricas más caras de las grandes ciudades.
"Sería un problema muy grave si tenemos que pagar los precios de mercado aquí", explica Alberto Morán, gestor de la tienda de vinos Mariano Madrueño situada junto a la Gran Vía madrileña, una de las arterias comerciales de la capital.
El alquiler, en esta bella tienda de 119 años de antigüedad en la que mostradores de madera decoran 500 metros cuadrados de espacio comercial, asciende a 600 euros al mes, un precio que evoca épocas económica y socialmente muy lejanas.
Con esfuerzo, la tienda de vinos - cuyo alquiler protegido vencerá hasta que el patriarca de la familia propietaria del negocio se retire o muera - podría incluso pagar hasta tres veces más por su alquiler mensual, dijo Morán.
Mientras, en la calle de al lado, algunas tiendas de moda ya pagan alrededor de 10.000 euros al mes.
CERRADO POR CESE DE NEGOCIO
A pesar de encadenar cuatro trimestres consecutivos de aumento en el gasto de los hogares españoles, las fachadas de tiendas cerradas son cada vez más frecuentes en las ciudades españolas y parecen advertir de otros problemas subyacentes.
Nuria Sacristán, una antigua consultora tecnológica de 46 años, usó sus ahorros personales y capitalizó sus cuotas de desempleo para montar una tienda de delicatessen en Madrid el año pasado. Montó su negocio basada en los indicadores de 2012, el momento culmen de la recesión, pero ha descubierto que las cosas han sido incluso más difíciles de lo previsto.
"Los negocios de al lado solo han empezado a notar la desaceleración en 2013", explica Sacristán, que este año vendió un apartamento que tenía alquilado para poder mantener la tienda. Esta emprendedora atribuye parte del problema de demanda al fin de los subsidios en desempleados de más de dos años, en un país con 4,5 millones de personas sin trabajo.
Las ventas minoristas empezaron a subir en España el año pasado impulsadas fundamentalmente por las cadenas comerciales y grandes superficies, aunque desde entonces se han movido con altibajos.
La subida del 1,1 por ciento interanual de las ventas minoristas en septiembre anunciada el miércoles, la más alta desde noviembre del año pasado, no refleja la realidad de las pequeñas tiendas independientes, que han visto reducir sus ventas un 0,9 por ciento interanual.
Las dificultades de los comercios también son un dolor de cabeza para los propietarios de los inmuebles a pesar de que, a primera vista, el fin del arcaico régimen de alquileres puede multiplicar sustancialmente los ingresos de algunos de ellos.
"Esto ha provocado una distorsión en los precios de alquiler", dijo Miguel Ángel Sánchez Fraile, responsable de una asociación de propietarios de locales urbanos, que se muestra contrario a extender la moratoria de las bajas rentas que solicitan algunos sindicatos.
Sin embargo, el hipotético cierre de más tiendas también implica un aumento de la oferta de locales con efectos sobre los precios de venta o alquiler. Solo en Madrid, el número de comercios a la venta se ha más que doblado desde 2010 hasta alcanzar la cifra de 4.000, según datos de la web idealista.com.

"Antes había demanda (para alquilar) los locales comerciales y ahora no la hay", dice Sánchez Fraile. "Todavía hay un clima de preocupación en esta recuperación que no acaba de llegar, aunque las cosas empiezan a mejorar en el centro de las ciudades".

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