TACLOBAN, Filipinas (Reuters) - Los conmocionados supervivientes del tifón Haiyan que arrasó el centro del archipiélago de Filipinas matando a unas 10.000 personas suplicaban ayuda y rebuscaban alimentos, agua y medicinas el lunes, amenazando con sobrepasar los recursos militares y de rescate.
El Gobierno no ha confirmado las estimaciones de varios responsables durante el fin de semana de 10.000 muertos, pero la cifra de víctimas fatales de Haiyan, uno de los tifones más fuertes del que hay registro, es claramente muy superior a la cifra oficial actual de 255. Las Fuerzas Armadas en el centro de Filipinas informaron el lunes de un saldo de 942 muertos.
"La situación es mala, la devastación ha sido significativa. En algunos casos la destrucción ha sido total", dijo el secretario del Gabinete Rene Almendras en una conferencia de prensa.
Naciones Unidas dijo que funcionarios en Tacloban, que se llevó la peor parte de la tormenta el viernes, habían informado de la existencia de una fosa común que contenía entre 300 y 500 cuerpos.
Más de 600.000 personas han tenido que dejar sus hogares por la tormenta en todo el país y algunas no tienen acceso a alimentos, agua o medicamentos, según dijo la ONU.
Arrasada por las olas y unos vientos de hasta 378 kilómetros por hora, Tacloban, a 580 kilómetros al sureste de Manila, dependía casi exclusivamente para suministros y evacuación de sólo tres aviones de transporte militares que volaban desde la cercana ciudad de Cebu.
Decenas de residentes clamaban por ayuda en las puertas del aeropuerto.
"Ayúdennos, ayúdennos. ¿Dónde está el presidente Aquino? Necesitamos agua, estamos muy sedientos", gritó una mujer. "¿Cuándo van a retirar los cuerpos de las calles?".
Se estima que Haiyan destruyó cerca del 70 al 80 por ciento de las estructuras a su paso mientras avanzaba por las provincias costeras de Leyte y Samar. El daño en esta zona de cultivo de cocos y arroz podría ascender a más de 3.000 millones de pesos filipinos (unos 51 millones de euros), dijo Citi Research en un informe, con "pérdidas enormes" para la propiedad privada.
La mayor parte de los daños y las muertes se debieron a las enormes olas que inundaron las ciudades y pueblos costeros barridos en escenas que los funcionarios compararon con el tsunami del océano Índico en 2004. Los cadáveres se amontonaban en las calles de Tacloban, descomponiéndose e hinchándose bajo el sol, lo que se suma a los riesgos sanitarios.
RECURSOS ESCASOS
Las agencias de ayuda internacionales dijeron que los recursos de ayuda en Filipinas eran escasos después del terremoto del mes pasado de magnitud 7,2 en la provincia central de Bohol y el desplazamiento causado por el conflicto con los rebeldes musulmanes en la provincia sureña de Zamboanga.
Las operaciones también se veían obstaculizadas porque las carreteras, aeropuertos y puentes habían sido destruidos o estaban cubiertos por escombros. Amenazando con agravar la crisis en la zona empobrecida, se pronostica que una depresión tropical llegaría a la región tan pronto como el martes, generando fuertes lluvias.
Awelina Hadloc, la dueña de una tienda, buscaba fideos instantáneos en un almacén que estaba casi vacío tras los saqueos. Ella dijo que su tienda había sido arrastrada por una marejada de 3 metros.
"Es muy difícil. Es como si estuviéramos empezando de nuevo", dijo la mujer de 28 años de edad. "No hay suministros en el almacén y los centros comerciales", agregó.
Aquino, que enfrenta uno de los mayores retos de su mandato de tres años, desplegó 300 soldados y policías para restablecer el orden en Tacloban después de que los saqueadores arrasaron varias tiendas.
Aquino, que antes de la tormenta dijo el Gobierno apuntaba a cero muertos, se ha mostrado exasperado por los reportes oficiales contradictorios sobre daños y fallecidos. Una cadena de televisión lo citó diciendo al jefe de la agencia de gestión de emergencias que se le estaba acabando la paciencia.
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